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Camila tiene 26 años y es fotógrafa. Nacida en Entre Ríos, vive en Buenos Aires. Cuenta que escuchar otras experiencias diacónicas la animó a postularse al programa de voluntariado de IERP. De los seminarios de selección a la confirmación final. Camila fue elegida para viajar a la provincia de Chaco y ser parte del voluntariado regional en Juan José Castelli, una ciudad de poco más de 36 mil habitantes ubicada en el Departamento General Güemes.

El 18 de marzo Camila llegó a aquella ciudad que por muchos años fue conocida como el “Portal del Impenetrable”. Allí la esperaba Raúl Romero, coordinador de la Junta Unida de Misiones (JUM), una organización ecuménica conformada por cuatro Iglesias Evangélicas Rioplatenses, cuyo objetivo es fortalecer, promover, defender y acompañar el desarrollo integral y armónico de las etnias Qom, Wichi y Mocovíes, comunidades originarias del Chaco.

Me enfrenté con otro mundo, con otra cultura dentro de nuestro país, otras realidades…

“El cambio cultural me impactó. En Buenos Aires estaba rodeada de ruidos y mucha gente. Acá era todo lo opuesto. Un pueblo silencioso, sin movimiento de manera excesiva, una casa en la cual iba a vivir sola. Para ser sincera, no me llevó mucho tiempo adaptarme. Y eso fue gracias al trato y la calidez con la que me recibieron”.

De la mano de su profesión, Camila se integró al trabajo del equipo de comunicación de la JUM y compartió nuevas ideas. A través del registro fotográfico de actividades y eventos locales, su intención era visibilizar la vida de la comunidad. Pero, además, acompañó a jóvenes estudiantes que están por recibirse de Maestros Bilingüe Intercultural y participó en la Cooperativa de Mujeres Indígenas Qom Lashepi Alpi, un organización que realiza artesanías para su comercialización tanto dentro como fuera de la ciudad.

“Me enfrenté con otro mundo, con otra cultura dentro de nuestro país, otras realidades. En poco tiempo y sin prejuicios, aprendí a comprender qué siente el otro, acompañar aceptando sus tiempos, sus silencios, sus luchas y sus sabidurías”, reflexionó la joven.

El contexto de la pandemia no la detuvo y Camila aprovechó cada oportunidad para empaparse de lo que en aquel territorio sucedía. Incluso, más allá. “Empecé a compartir tardes con ex voluntarios que viven en Castelli, salidas fotográficas con quienes lo hacen solo por hobby”.

También se sumó a los talleres virtuales de los que participaba la JUM. “Esto me llevó a conocer personas de otros países como Brasil, Ecuador, Cuba o Colombia, y también de otros lugares de Argentina”.

… Aprendí a comprender qué siente el otro, acompañar aceptando sus tiempos, sus silencios, sus luchas y sus sabidurías.

Camila fue una de las primeras en participar del voluntariado regional sur-sur que promueve el intercambio y aprendizaje intercultural entre Argentina, Uruguay y Paraguay. Escuchó otras experiencias y se animó a recorrer la propia. “Todas las personas que aparecieron fueron importantes en este proceso”, dice y agrega que de poco conoció sus historias y se llenó de la cultura indígena, sus problemáticas y el trabajo que a diarios realizan todos aquellos que conforman la JUM. «Esto hace que una valore más todo lo que tiene y lo rodea”, finalizó.

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