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La directora de SEDi participó de un evento de la 54ª Sesión de Comisión de Población y Desarrollo de la ONU y presentó la experiencia de las organizaciones basadas en la fe para erradicar las violencias basadas en género.  Compartimos la exposición en ese espacio.

Nuestra Fe nos dice que el primer mandamiento es el amor. Y todas las formas del amor necesitan de un ambiente psíquico, espiritual y social para desplegarse. Ese ambiente, ese marco de libertad, nos lo da la plena vigencia de los derechos humanos. Nuestra Fe no puede prescindir de la perspectiva de derechos. Los derechos humanos de universalidad y no discriminación se aplican a todas las personas, y vivir una vida libre de violencias es uno de los derechos humanos más vulnerados. No alcanza con que sea reconocido en los instrumentos internacionales más recientes. Todavía es una conquista, un desafío cotidiano. La Igualdad de género que también desde la Fe perseguimos, y que es el disfrute equitativo de los derechos humanos, incluye oportunidades y libertades fundamentales para toda la diversidad humana.

Decimos que los cuerpos son para los y las creyentes templo del espíritu. Nuestra existencia en este mundo es en un cuerpo humano. La vida o la muerte se manifiestan a través de los cuerpos. Somos cuerpos. En ellos y con ellos transitamos la vida y la gozamos. Sin embargo, el cuerpo ha sido siempre el mayor espacio de opresión y apropiación de las mujeres: violación, agresión, negación, abuso, manipulación, idealización. Nosotras conocemos el dolor de vivir víctimas de relaciones de violencia y humillación. Tantas mujeres en sus cuerpos viviendo una crucifixión cotidiana. Torturadas. Las iglesias hemos contribuido en la construcción de esos mandatos de desprecio por el cuerpo y de sumisión de las mujeres al varón. Estamos ahora y con urgencia nombrando teológicamente esa alienación, rabia, dolor y deshumanización engendrados por el sexismo y el racismo patriarcal en la sociedad y en las iglesias. Estamos acá hoy para decir que el cuerpo no puede ser dejado de lado en una lectura que se pregunta por las relaciones de género. Recuperar los cuerpos es parte fundamental de la afirmación de la vida concreta y sensual. Volver a decir que el cuerpo es lugar de revelación de lo Sagrado, asumiendo y afirmando la dinámica liberadora del gozo y del placer sin los límites de la vergüenza, de los estereotipos ni censuras opresivas. Estamos acá también para afirmar desde la Fe que gritar “nosotras decidimos” implica exigir el ejercicio de derechos sexuales en términos de libertad plena para elegir quién es mi pareja, si quiero tener una, el derecho a la intimidad, al deseo, al momento y las formas para las relaciones sexuales. Y alcanzar plenamente el goce de los derechos reproductivos para elegir cómo nos cuidamos y evitamos embarazos y maternidades no deseadas: Las organizaciones basadas en Fe debemos exigir a los estados que garanticen para todas las mujeres el acceso a métodos anticonceptivos y productos de gestión menstrual, en una perspectiva de salud integral.

Las organizaciones de Fe en Argentina estamos en los territorios hablando directamente con las mujeres, porque nosotras las mujeres somos las que estamos siendo disputadas en los discursos fundamentalistas y de odio que nos arrasan. Estos discursos, sabemos, utilizan estrategias de desinformación, y frente a ello nuestro rol es el de pedagógica y amorosamente transmitir informaciones de valor. En Argentina contamos con la vigencia de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral que nos otorga un marco de actuación en el que estamos comprometidas.

La experiencia nos enseña que nada puede hacerse por las mujeres sin nosotras, nada DEBE hacerse sin nosotras, entre nosotras, con nosotras. NUNCA delante o por encima de nosotras. Nunca tutelando. Solo es posible transformar construyendo un NOSOTRAS. Hemos aprendido que es necesario brindar espacios de confianza, escucha y contención, espacios íntimos y seguros, y que esto es una tarea que muchas mujeres esperamos de las iglesias, y valoramos. La transformación viene de la mano del escuchar y compartir historias de vida de mujeres reales.

Desarrollamos proyectos que operan en los planos simbólicos, circulando narrativas y perspectivas de Fe liberadoras que parten de la relectura en contexto de los textos sagrados en la certeza de que el Espíritu Santo interviene e inspira cuando hay comunidad . Acompañamos visibilizando voces y liderazgos de mujeres con mirada profética. Alentamos procesos de elaboración y puesta en práctica de protocolos de prevención y actuación frente a las violencias, impulsando el diseño de políticas de género para los grupos y comunidades organizadas.

Estamos fuertemente comprometidos en el plano de la acción, movilizando recursos y propiciando articulaciones con sectores y tramas sociales y con el estado. En la experiencia argentina, en mi experiencia personal, la forma de hacer incidencia pública desde las organizaciones basadas en Fe incluye exigir que los estados en todos sus niveles generen dispositivos de asistencia y protección que pongan en el centro a las mujeres y respeten nuestros derechos. Tenemos un rol de disputa del sentido de esos servicios que se generan en estados patriarcales que pretenden tutelarnos, al punto de generar refugios que más bien parecen cárceles, donde las mujeres no tenemos absolutamente ninguna decisión respecto del curso de nuestros días y de nuestras vidas, y ninguna oportunidad de movernos por el deseo personal. Las organizaciones basadas en Fe exigimos a los estados la asignación de presupuestos para garantizar servicios de salud integral para las mujeres y para la atención a víctimas de las múltiples formas que asume la violencia machista. La exigencia del acceso a la justicia y la garantía de justicia es también parte de este desafío en Argentina. La administración de justicia en todos sus niveles es una trinchera patriarcal que reproduce violencias e impide a mujeres y niñas la esperanza en que sus vidas sean vividas en abundancia. Basta con que miremos los números de femicidios que podrían haberse evitado si las denuncias de las mujeres fueran atendidas.

Nuestra tarea como organizaciones de Fe enfocadas en el desarrollo incluye la pregunta crítica por el sentido y contenido de la noción misma de desarrollo. No queremos un desarrollo ficticio, de números sin sustento, de privilegios para pocos que se enriquecen más y más cada día con ingresos millonarios, cuando estos son insuficientes para la inmensa mayoría. No queremos un desarrollo carente de rostro humano, nulo en la inclusión de derechos plenos para las mujeres. Las organizaciones de Fe seguimos trabajando para transformar aquellos aspectos en los que las instituciones y las prácticas inhiben la participación de las mujeres. El acceso al pleno goce de los derechos sexuales y los derechos reproductivos es una de las más grandes deudas, una promesa incumplida. Su goce viene rezagado, dando avances lentos y con logros muy escasos. La pandemia del covid 19 ha agravado, como sabemos, esta realidad.

Afirmamos que no hay desarrollo sostenible sin nosotras. No hay desarrollo sostenible sin mujeres en pleno ejercicio de todos nuestros derechos. La promesa es la de no dejar a nadie atrás en esta tierra prometida, que es la que transitamos hoy, donde nos movemos y existimos.

Fundación Hora de Obrar y SEDi, junto con las organizaciones del Foro ACT Argentina impulsan el proyecto «Nos Contamos, un proyecto transmedia por una vida libre de violencias» con el objetivo de construir nuevas narrativas liberadoras, desde una perspectiva protestante y de derechos humanos.

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