Qué nos dejó la quinta edición de la Consulta Internacional «Acción para el cuidado de la Creación». El ciclo organizado por la Fundación Hora de Obrar convocó a referentes y referentas de la economía social, de teología e investigación para intercambiar sobre experiencias territoriales y el modelo productivo en el contexto de post-pandemia y el rol que asumen las iglesias respecto del cuidado de la creación.
La Fundación Hora de Obrar impulsó nuevamente el ciclo de encuentros virtuales el 9, 16 y 23 de noviembre con el objetivo de generar intercambio de voces desde diversos sectores, roles sociales y lugares. Cada jornada invitó a la reflexión acerca de las propias experiencias, prácticas y compromisos. Se cruzaron las perspectivas individuales, comunitarias y el rol de los Estados para el cuidado del medio ambiente.
“Las experiencias de producción de alimentos agroecológicos muestran la convicción, el trabajo y el tiempo que requiere de educación y encuentro entre las personas para que cada una de estas iniciativas sea posible”, reflexionó Jorge Weishein, co-coordinador de la Pastoral de Promoción para el Cuidado de la Creación de la Fundación Hora de Obrar.
“En el bloque de ecoteología fue señalado con fuerza la necesidad de revisar nuestra forma de leer y de entender la Biblia. Un aspecto central para la teología evangélica fue la advertencia de que la gracia y la libertad que Dios nos regala van de la mano con los límites y el cuidado. Dios nos creó con el resto de la creación para ser parte de ella y preservar la vida creada junto con nuestras propias vidas administrando la creación con responsabilidad y a conciencia”, repasó Weishein.
“La V Consulta Internacional fue un testimonio de fe y esperanza, pero sobre todo de mucho amor puesto en camino, en práctica y en tierra. Dios bendiga estos procesos en los pueblos, las religiones y las iglesias para que sigan llenando de frutos toda la creación.”
Día 1: Trabajo en red, las transiciones y la necesidad del acompañamiento del Estado
La primera jornada contó con la moderación de Raquel Malán, ingeniera agrónoma y directora del Centro Emmanuel y sirvió para reflexionar acerca de la construcción colectiva, entendiendo que el todo es más que la suma de las partes, y que es a partir del tendido de redes entre diversas organizaciones que se pueden posicionar los temas ambientales en la agenda pública.
Los y las presentes acordaron que el rol del Estado es central para que los cambios tomen la escala proporcional a la dimensión de la problemática. Así, experiencias comunitarias como el armado de nodos de producción y consumo alternativos, el ejercicio responsable del tratamiento de los residuos y el desafío de animarse a un cambio en el modelo de producción, fueron algunos de los temas que nutrieron el primer encuentro, que dejó grandes aprendizajes.
Julieta Alvarellos, trabajadora social e integrante del centro de día La Casona, junto con el diácono Martin Elsesser, recuperó la necesidad de que el Estado desarrolle y promueva programas sociales que garanticen el derecho a la alimentación, con eje en circuitos alternativos de comercialización. “El consumo debe poder hacerse en circuitos donde no haya cadenas de intermediarios y donde el consumidor y el productor se encuentren de una manera más sencilla, más cercana y sin inflar los precios”, consideró.
El ingeniero químico uruguayo e investigador en el área de tratamiento de residuos Mauricio Passegui, nos animó a seguir tendiendo redes para construir comunidad y apoyarnos en este camino. “Hay una diversidad enorme de organizaciones de la sociedad civil que comparten con nosotros ese conmoverse por el clamor de la tierra y por el clamor de los pobres. Con ellos es importante poder hacer alianzas y poder generar acciones concretas que promuevan la agenda política”.
Por su parte Edgardo Hunzicker, productor de vinos agroecológicos en Santa Fe, junto a la ingeniera agrónoma Patricia Benzi, repasó los desafíos que se plantearon durante la pandemia. “Cuando vino la pandemia y nos tuvimos que quedar encerrados, nos dimos cuenta que los productores dicen ‘nosotros producimos alimentos’ pero en verdad no estábamos produciendo ningún alimento que puedan consumir en forma directa”. En este sentido, sostuvo la necesidad de recuperar el vínculo con la naturaleza. “Hay una nueva generación de chicos que está yendo al campo y está haciendo su huerta. Si la gente vuelve al campo, a tener contacto con la tierra y la naturaleza va a querer que eso se cuide y preserve. Hay que encontrar la forma de que eso pueda ser rentable y vivir de eso”.
En el cierre del encuentro, el director ejecutivo de la Fundación Hora de Obrar, Nicolás Rosenthal, resaltó la riqueza de las experiencias mixtas en los procesos de transición hacia una agricultura orgánica. “Me parece muy rico seguir en parte trabajando de la manera habitual mientras eso nos financia la posibilidad de animarnos al cambio. Ojalá muchos y muchas más se puedan animar”.
Día 2: Ecoteología: la importancia de la pregunta por los límites
El segundo encuentro reunió a teólogos y teólogas internacionales en una charla sobre los desafíos actuales de las iglesia para integrar el cuidado de la creación como eje de trabajo y reflexión.
El mensaje de las teólogas y los teólogos fue un llamado de atención a desistir de la destrucción para estar atentos al cuidado junto con otras religiones y otros movimientos sociales. Enfatizaron la necesidad de volver a trabajar una teología de la creación que vaya al encuentro de la naturaleza y de la vida en la creación de Dios.
Durante la charla moderada por Daniel Beros, el doctor en Teología, docente y coordinador general de la Red Ecuménica de Educación Teológica (REET) recuperó “la importancia que tiene, en la tradición bíblica, la pregunta por los límites, en que los seres humanos permanecemos como seres que no se vuelven destructivos, sino como seres cuidadores y atentos a lo que se hace presente en nuestra vida a través de la creación”.
En el mismo sentido la teóloga argentino alemana Annedore Venhaus planteó la necesidad de mantener el concepto de la libertad y la gracia pero, a la vez, tomar conciencia sobre la existencia de los límites. “Yo no tengo derecho a violentar a la naturaleza porque la destruyo. Yo no tengo derecho a discriminar al que es diferente, o siente diferente o vive diferente porque lo estoy destrozando. La libertad que Dios me da tiene sus límites”.
Por su parte, Arianne Van Andel, teóloga holandesa, especialista en justicia socioambiental y de género, consideró que “tenemos que abrirnos de nuevo a una teología de la creación y una teología natural diferente en este contexto de crisis que estamos viviendo. Abrirnos al ecumenismo y a la conexión con otros movimientos”.
Desde Alemania, también participó el asesor teológico de Pan para el Mundo, Dr. Dietrich Werner, quien compartió aspectos de la reflexión eco-teológica en el movimiento ecuménico actual y, en particular, sobre la preservación de la creación en las iglesias de América latina.
“Entre el ser humano y el suelo hay una interdependencia sobre la que necesitamos reflexionar. El mandato de Dios es el de cuidar la tierra a través del trabajo, y permitirle a la tierra su merecido descanso. En el Salmo 104:9 se propone que lograr el orden de Dios sobre la creación, tiene que ver con límites que no deben ser traspasados. Así, el crecimiento desenfrenado llevará al colapso del sistema, por lo que es necesario definir nuevas estrategias de crecimiento limitado. De esta forma, la teología ecológica se constituye como una teología de la esperanza, no desde un optimismo ciego, sino desde uno que nace a partir de un compromiso colectivo”, expresó el teólogo.
“Para la Iglesia Evangélica del Río de La Plata el cuidado de la creación y el respeto por la vida humana, y todos sus derechos, no están separados, sino intrínsecamente unidos. Esto nos permite mantener el diálogo con otras iglesias hermanas”, reflexionó en el cierre, Leonardo Schindler, pastor presidente de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.
Día 3: “La agricultura familiar campesina es la estrategia de desarrollo”
La Consulta Internacional concluyó con el tema “Producción y consumo agroecológico”. El moderador, Dr. Claudio Sarmiento, ingeniero agrónomo cordobés y docente de la Universidad de Río Cuarto presentó experiencias en Paraguay, el noroeste argentino y la Patagonia.
Este cierre trajo grandes momentos de reflexión acerca de la posibilidad de trabajar desde espacios colectivos, como mutuales y cooperativas, para lograr los cambios en los sistemas productivos, acompañados por una red de apoyo de otros productores y productoras. También se destacó el rol de las mujeres en los espacios de toma de decisión, y la importancia de garantizar una justa distribución de tareas, roles y responsabilidades.
En su exposición, Wirlene Schmechel, Secretaria de MAFAU (Mutual de Familias Agricultoras del Alto Uruguay), recuperó la experiencia de veinte familias que trabajan las huertas en sus casas y destacó el rol protagónico de las mujeres quienes, además, se ocupan del cuidado de los niños y niñas. “Todas tienen autoconsumo de su huerta y están promoviendo las ferias locales. Lo más lindo es que cada tanto nos encontramos todas las mujeres para charlar, para intercambiar información. Una enseña a la otra”.
También se conversó acerca del uso de agrotóxicos, la presión de las grandes empresas para su uso, y el peligro que implica para la salud, no sólo de los y las consumidoras sino de los y las productoras. En este sentido, desde las cooperativas de Paraguay compartieron sus experiencias agroecológicas, y desmitificaron el aumento en los costos frente a este tipo de producción, invitando a realizar estas transformaciones colectivas.
Víctor Manuel Ayala, ex director del Comité de Iglesias para Ayudas de Emergencia (CIPAE), contó que “Nuestro gran desafío es producir agroecológico y que los productores se queden en sus fincas a trabajar y sostenerse. Buscamos un mejor equilibrio del suelo para tener un mejor rendimiento de la producción”. A la vez, agregó que la producción debe ser autosostenible, autosustentable y autoeficiente para producir alimentos sanos y dejar renta para el pequeño productor.
En esta línea, su colega, Carlos Alberto Benítez, consideró que la mecanización de los procesos productivos expulsa hacia los cinturones de la pobreza a los y las campesinas. “Cada día se necesita menos mano de obra para tener una producción agrícola. Una producción agroecológica con las estrategias de producción de insumos elaborados en fincas da más rentabilidad a la producción y da la posibilidad de mejorar los ingresos para repartir en la unidad familiar. El bioinsumo permite que el dinero no sólo se quede en el país, sino también en la comunidad. La agricultura familiar campesina es la estrategia de desarrollo”.
Con eje en la salud, el ingeniero Claudio Sarmiento, señaló que en la agricultura tradicional “el productor utiliza químicos que lo exponen a ciertos riesgos. El consumidor también puede plantearse qué alimentos está comiendo y si es lo mismo consumir un alimento al cual se le aplicaron una serie rutinaria de distintos venenos, que un alimento tratado de otra forma. Lo interesante es generar mecanismos para poder elegir”.
Desde el sur Mercedes Mollo, referente del Colectivo Agroecológico Río Negro, acompañó la jornada para compartir la experiencia que busca promover condiciones de producción y venta que permitan una transición hacia la agroecología sostenible y sustentable en la región, y fomentar su consumo.
Para finalizar la jornada, Karina Arntzen, vicepresidenta de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, destacó la agroecología como fundamento de un modelo de producción y consumo alternativo. “Cada una de estas iniciativas presenta el valor de lo local, de la economía social y de los modos de vida de los productores como un objetivo fundamental buscando una alianza entre los productores y los consumidores, entre distintos actores, movimientos, instituciones, administración pública, así como la relación directa entre el campo y la ciudad”.