«Que los cielos, manden de lo alto, como lluvia, y las nubes descarguen la justicia. Que se abra la tierra y produzca su fruto, que es la salvación, y al mismo tiempo florezca la justicia.» (Isaías 45:8-9)
Incendios, guerras, pandemia… Por todas partes parece rodearnos la muerte. Lo que viene ocurriendo a nuestro alrededor nos muestra cómo unos pocos poderosos se han extralimitado, dejando que su codicia destruya la naturaleza, empobrezca a sus prójimos y los mate. Lamentablemente también nosotros y nosotras ponemos nuestra parte.
Y sin embargo, así como en medio de la ceniza vuelven a germinar y crecer los primeros brotes, Dios nos asegura que la vida renacerá, como lo hizo Jesús. Los primeros cristianos y cristianas leyeron en el profeta Isaías el anuncio de la llegada de Jesús. La justicia de Dios se encarnó en Jesús, la semilla de Dios que germina la tierra y da su fruto.
La semilla es un símbolo poderoso: es lo que queda de un fruto que madura y es consumido o se pudre, es algo seco que parece muerto y sin embargo esconde toda la potencialidad de la vida, lista para ser sembrada y comenzar el ciclo nuevamente. La semilla es resurrección.
El mensaje de justicia de Dios sigue vivo, está presente, nos llama a sembrar y transformar.
Por eso desde Hora de Obrar, entre otras acciones, vamos a recuperar 300 hectáreas de selva nativa mediante nuestro programa Crece Selva Misionera. Como ésta, ¡hay muchas cosas más que podemos hacer juntos y juntas! En esta Pascua de Resurrección seamos instrumentos de cambio, sembremos amor, tolerancia, solidaridad y vida. Jesús nos está señalando el camino.
¡Felices Pascuas!
Fundación Protestante Hora de Obrar