100 años de memoria indígena: ¿qué fue la Masacre de Napalpí?

El 19 de julio de 1924 efectivos de gendarmería y policía asesinaron a entre 500 y 700 indígenas Qom y Moqoit en Chaco. El delito de lesa humanidad no tuvo condenas para los responsables políticos ni materiales. En el trasfondo la disputa por el territorio indígena. Darío Aranda escribe para Tierra Viva.
Foto: Telam

En la Fundación Protestante Hora de Obrar, nos comprometemos firmemente con la defensa de los derechos indígenas, un sector históricamente postergado y excluido en nuestra sociedad. Reconocemos la deuda que nuestra comunidad tiene con los pueblos originarios y apoyamos activamente su lucha por justicia y reconocimiento. En este marco, compartimos la siguiente nota para destacar la labor de la Junta Unida de Misiones (JUM) en el Chaco, acompañando a los pueblos qom, wichí y mocoví durante los últimos 60 años. Nuestra misión es recordar, visibilizar y apoyar el camino hacia la reparación y la justicia para las comunidades indígenas.

Por Darío Aranda*

Durante 45 minutos se escucharon los fusiles de los gendarmes y policías. Y también resonaron los gritos de cientos de indígenas Qom y Moqoit. Fue el 19 de julio de 1924, a las 9.30 de la mañana, en el Chaco. «Masacre de Napalpí», es el nombre histórico del hecho atroz. Por el asesinato de entre 500 y 700 indígenas no hubo condenados. La decisión de la matanza fue política y el motivo, tan vigente, el interés económico-empresario-gubernamental de exprimir los territorios indígenas. «La reparación tiene que ver con las tierras. Y el Estado es responsable», afirmó David García, del Pueblo Qom e integrante de la Fundación Napalpí.

Napalpí (el lugar hoy lleva el nombre de «Colonia Aborigen») está ubicada a 120 kilómetros de Resistencia. Allí funcionaba la Reducción de Napalpí, donde hombres, mujeres y niños eran obligados al trabajo esclavo. El Estado de entonces sometía a los pueblos originarios en «reducciones», donde el discurso oficial era «civilizar» al indígena. Pero Napalpí era una suerte de campo de concentración, donde reinaba la explotación, el sometimiento y la violación de derechos.

El Territorio Nacional del Chaco (aún no era provincia) ya se perfilaba como un gran productor de algodón: 50.000 hectáreas de cultivo y pretendía ir por más, de la mano de la demanda internacional. Estaba gobernado por Fernando Centeno y el presidente de Argentina era el radical Marcelo T. de Alvear.

Los libros históricos «Memorias del Gran Chaco» (de Mercedes Silva) y «Napalpí, la herida abierta» (de Vidal Mario) coinciden en describir el maltrato extremo y constante que sufrían los indígenas. Y la reconstrucción de aquel momento confirma que se habían organizado en reclamo de mejoras e, incluso, la posibilidades de irse a los ingenios azucareros de Salta y Jujuy.

Ese fue el motivo de lo que sobrevendría en la mañana del 19 de julio. El Regimiento de Gendarmería de Línea (en 1938 pasaría a llamarse Gendarmería Nacional) y la policía se movilizaron hasta Napalpí. Más de cien efectivos. Y a las 9.30 se inició el fusilamiento. Duró al menos 45 minutos. Pero no quedó solo allí: los efectivos avanzaron sobre los heridos, los remataron e incluso realizaron una cacería de semanas sobre los que habían podido escapar.

El 29 de agosto —cuarenta días después de la matanza—, el ex director de la Reducción de Napalpí, Enrique Lynch Arribálzaga, escribió una carta que fue leída en el Congreso Nacional: “La matanza de indígenas por la policía del Chaco continúa en Napalpí y sus alrededores; parece que los criminales se hubieran propuesto eliminar a todos los que se hallaron presentes en la carnicería del 19 de julio, para que no puedan servir de testigos si viene la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados”.

Marcelo Musante, sociólogo y parte de la Red de Investigadores/as en Genocidio y Política Indígena lleva más de quince estudiando lo sucedido en el Chaco. Y suele enumerar los nombres primarios de la matanza: el gobernador Fernando Centeno; el jefe de Policía Diego Ulibarrie; el comisario Roberto Sáenz Loza, el sargento Alejandro Verón y el administrador de la Reducción, Mario Arigó. También recuerda que el ministro del Interior de la Nación era Vicente Gallo.

«La Masacre de Napalpí fue una consecuencia de las características del sistema de disciplinamiento impuesto desde el Estado y los sectores privados de la región a los pueblos indígenas. La matanza continuó los días siguientes con la policía persiguiendo a la gente por el monte. Los relatos de las personas sobrevivientes son de espanto y crueldad. Asesinatos de niño/as y anciano/as, violaciones, mutilaciones y cuerpos quemados en fosas comunes. Durante mucho tiempo, la Masacre de Napalpí fue encerrada al olvido», describe.

Los diarios de la época —tan parecidos a los del presente— hablaron de «enfrentamiento». Musante recuerda que el diario La Nación, el día mismo de la masacre, publicó una nota mencionando telegramas de preocupación de la Cámara de Comercio del Chaco y de la Sociedad Rural al presidente Alvear, respecto al riesgo que podría correr la producción agrícola. El Ministerio del Interior mencionó en sus memorias que “dicha reducción (de Napalpí) sufrió grave retroceso por indígenas traídos de distintos puntos del territorio por agitadores de profesión que cometieron desmanes de todo género”. Musante aclara: «El indígena aparece como el culpable. Como el sujeto que se relaciona con ‘agitadores’ y pone en riesgos el desarrollo económico».

Una excepción fue el periódico Heraldo del Norte: “Como a las 9, y sin que los inocentes indígenas realizaran un solo disparo, hicieron repetidas descargas cerradas y enseguida, en medio del pánico de los indios (más mujeres y niños que hombres), atacaron. Se produjo entonces la más cobarde y feroz carnicería, degollando a los heridos sin respetar sexo ni edad”.

Memoria, verdad y justicia

Los responsables materiales e intelectuales nunca tuvieron condena. Ni estuvieron sentados en ningún banquillo de los acusados. Fue un crimen silenciado en Chaco (y mucho más en el resto del país). Gracias, sobre todo, a la propia organización de las comunidades indígenas fue que se avivó la memoria. También colaboraron —desde distintos lugares— historiadores, investigadores, docentes y periodistas.
Fue vital la conformación y el trabajo de la Fundación Napalpí, que siempre exigió justicia por la masacre.

Juan Chico, historiador qom, nacido y criado en el lugar de la matanza y parte de de la Fundación Napalpí, fue un activo militante por la memoria y la justicia. Escribió (junto a Mario Fernández) el libro «Napalpí. La voz de la sangre». Siempre recordaba que los asesinados fueron al menos 700 personas (mucho más de los 200 que mencionan los diarios de la época) y valorizaba que en el Chaco se hablara cada día más de la masacre de indígenas. Y solía trazar un paralelo con el presente: “Argentina ha avanzado mucho respecto de los derechos humanos, pero pareciera que los indígenas tenemos derechos humanos de segunda, parte de la sociedad nos sigue considerando inferiores y nuestro genocidio sigue invisibilizado”.

El Estado chaqueño pidió públicamente perdón en 2008

En 2022 se realizó, en tribunales federales, un «juicio por la verdad» por Napalpí. En palabras del mismo Tribunal, “tuvo la finalidad de conocer la verdad de los acontecimientos, calificado por la Fiscalía como delito de lesa humanidad, ejecutado por el Estado y civiles, con el fin de acallar la protesta de los pueblos indígenas por mejores condiciones de trabajo”. El debate no buscó responsabilidades penales, sino hacer una determinación judicial de los hechos y conocer la verdad de lo acontecido.

Este tipo de juicios tiene su antecedente en los procesos judiciales por los hechos de la última dictadura cívico-militar, mientras estaban vigentes las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. En el caso de Napalpí las personas que debieran ser juzgadas ya estaban fallecidas, pero el proceso sirvió para establecer la responsabilidad del Estado en la violación a los derechos humanos.

«Napalpí fue parte de un plan sistemático para destruir a los pueblos indígenas«, señaló el qom David García en el marco del juicio. El Juzgado Federal N°1 de Resistencia, a cargo de Zunilda Niremperger sentenció que existió responsabilidad del Estado argentino en el asesinato de entre 400 y 500 personas de los Pueblos Qom y Moqoit. «La masacre fue un delito de lesa humanidad cometido en el marco de un proceso genocida de los pueblos indígenas», estableció la jueza Niremperger.

La sentencia reclamó al Estado Nacional medidas reparatorias para esos pueblos en materia de políticas de salud, de educación, de capacitación a las fuerzas de seguridad en diversidad cultural y de construcción de memoria sobre los hechos. Pero no se aludió a la reparación en materia de restitución de tierras a las comunidades.

La Jueza confirmó la categoría de delitos de lesa humanidad para la represión, la matanza y la persecución que constituyó la Masacre de Napalpí, “cuya imprescriptibilidad posibilita que a pesar del tiempo transcurrido se pueda investigar, y de ese modo procurar su reconstrucción desde una perspectiva histórica”.

El 11 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, se realizó una jornada titulada “Napalpí. A 100 años de la Masacre”, donde no sólo se conmemoró lo sucedido en 1924 sino que también se analizaron las implicancias en el presente. Tuvieron la palabra integrantes de los pueblos Qom y Moqoit, de la Fundación Napalpí, historiadores, abogados y antropólogos, entre otros.

Estuvo presente García, de la Fundación Napalpí: «Nuestros hermanos siguen con muchas necesidades, sin trabajo, dependiendo muchas veces de la entrega de comida. Necesitamos el territorio suficiente y políticas de apoyo para vivir dignamente».
Este 19 de julio, a cien años de la matanza, habrá actos en Resistencia y en Colonia Aborigen (como fue renombrado el lugar por el Estado), donde sucedieron los crímenes.

Un modelo económico-político y un proceso genocida que no termina

La (mal) llamada «Conquista del Desierto» es la más conocida de las campañas militares contra los pueblos originarios. Pero no fue la única. También hubo una campaña al oeste (Cuyo) y otra al norte, también llamada del «Desierto verde». Cada una tuvo su particularidad, pero todas coincidieron en atentar contra la vida indígena y apropiarse de sus territorios. ¿El objetivo? Incluir esas tierras al mercado capitalista, a la «producción», obtener dinero, aunque implique miles de vidas.

La Red de Investigadores/as en Genocidio y Política Indígena acuñó una definición que señala que los pueblos indígenas sufren un proceso con prácticas genocidas que aún no terminó, donde los campos de concentración (desde Valcheta a Martín García), las matanzas (desde Napalpí a Zapallar o Rincón Bomba) tienen un punto una continuidad histórica en las muertes por desnutrición y enfermedades evitables en comunidades de Salta, o en la represión que padece el Pueblo Mapuche, en los asesinatos del diaguita Javier Chocobar o Rafael Nahuel.
En el mismo Chaco, un siglo después, el avance de la frontera agropecuaria avanza sobre bosque nativos y, al mismo tiempo, viola derechos de indígenas y campesinos. Siempre con la complicidad del poder político y Judicial.

Ni el genocidio indígena ni Napalpí tuvieron reparación. El motivo es simple: todo intento de hacer justicia para los pueblos indígenas debe incluir —por la propia demanda originaria— el territorio. Y, sin distinguir color político, los gobiernos prefieren esas tierras para el extractivismo (petrolero, minero, forestal, agropecuario).

Aún así, como desde hace generaciones, los pueblos indígenas seguirán exigiendo lo que los hace ser quienes son: el territorio. Para cuidarlo, sembrarlo, para convivir.

*Artículo publicado originalmente en Agencia Tierra Viva:
Cien años de la Masacre de Napalpí: un delito de lesa humanidad y la memoria indígena que clama territorio – Agencia de Noticias Tierra Viva

La Red Trinacional fortalece lazos para restaurar el corazón verde del Alto Paraná

Este Encuentro de Diálogo de Restauración del Paisaje de la Ecorregión del Alto Paraná se llevó a cabo del 29 al 31 de julio y reunió a diversos actores de Argentina, Brasil y Paraguay. El objetivo fue generar un plan de acción con perspectivas estratégicas para revertir el desmonte y proponer soluciones de restauración a largo plazo, integrando a todos los sectores involucrados, el sector privado, el Estado, ONGs, comunidades originarias, productores y campesinos locales.
De izquierda a derecha: Nahuel Gravano, Hugo Ocampo, Adriana Benítez, Marcelo Morinigo, Romario Dohmann, Dario Dorsch, Claudio Morinigo.

La Fundación Hora de Obrar aportó su perspectiva basada en su experiencia trabajando con comunidades de fe y pueblos originarios en Misiones. Esta experiencia se integra en la Red Trinacional, contribuyendo tanto con conocimientos técnicos como con una cosmovisión indígena enriquecedora, gracias a la participación de referentes mbya en los grupos de trabajo del encuentro.

«El objetivo principal es generar un plan de acción integral que aborde los desafíos del desmonte y promueva la restauración a largo plazo», afirmó Nahuel Gravano, responsable de proyectos ambientales y sociales de Hora de Obrar.»Desde nuestra organización, estamos aportando nuestra experiencia en la vinculación con comunidades de fe y pueblos originarios, así como los conocimientos técnicos adquiridos a través de nuestros proyectos”.

La Red Trinacional de Restauración del Bosque Atlántico busca promover acciones organizadas y fortalecer las estrategias territoriales en Argentina, Brasil y Paraguay. Con más de 30 organizaciones y 20,525 hectáreas en proceso de restauración, esta red ha sido seleccionada como uno de los primeros 10 proyectos emblemáticos del Decenio de Restauración de las Naciones Unidas. Este reconocimiento destaca la importancia de la restauración del Bosque Atlántico y proporciona mayor visibilidad y apoyo a las iniciativas actuales, alineadas con el Plan de Acción del Decenio para América Latina.

“Creciendo”: el nuevo material para trabajar salud sexual en comunidades indígenas

La Fundación Hora de Obrar diseñó una lámina para trabajar los cambios físicos y emocionales con jóvenes mbya. La herramienta se puede descargar gratuitamente y está dirigida a equipos docentes y de salud.

En el marco del proyecto Tape Porã de la Fundación Hora de Obrar, financiado por la Unión Europea y Pan para el Mundo, se ha lanzado «OKAKUAA OVY CRECIENDO», una lámina bilingüe con ilustraciones originales para trabajar “los cambios que se ven y se sienten” con adolescentes y jóvenes mbya guaraní. 

Esta herramienta pedagógica ilustra los cambios físicos o biológicos vinculados a la sexualidad y también los cambios emocionales, afectivos, psicosociales o vinculares que transcurren durante la pubertad y adolescencia y puede descargarse gratis aquí.

Durante varios meses un equipo interdisciplinario de educación, salud, diseño y comunicación trabajó en el desarrollo de este material. Se realizaron varios encuentros donde los y las adolescentes pudieron expresar y plasmar en dibujos cómo viven los cambios. Se tomó como inspiración láminas del Programa Nacional de Educación Sexual Integral producidas en 2021

La psicopedagoga Patricia Wawrysiuk del equipo de Hora de Obrar explicó: “Al trabajar con adolescentes mbya nos encontramos con que la vivencia no era igual a lo que expresaban esas láminas. Ellos y ellas no se sentían identificadas.” y precisó: “Sabemos que hay cambios físicos que ocurren en todas las personas, independientemente de su cultura. Pero la vivencia emocional y psicosocial o lo cultural de cómo transitan esos cambios es diferente en cada cultura.”

“La propuesta permite generar un espacio de confianza, escucha y contención para que los niños, niñas y adolescentes con sus referentes, en la escuela, en sus comunidades o en el centro de salud puedan informarse y estar más preparados para transitar los cambios de una manera saludable.”, indicó Wawrysiuk.

Este material es una herramienta didáctica que no sólo hace al proceso de enseñanza, sino que también respeta la diversidad cultural como parte integral de la sexualidad y de la educación sexual como derecho. “La sexualidad va cambiando a lo largo de la vida y a lo largo de la historia. Hoy la adolescencia mbya es muy diferente a la que vivieron los abuelos y abuelas. Poder hablar de esa historia cultural como parte de la identidad de cada adolescente, es resignificar su sexualidad, sus vínculos, consigo mismos para conocerse más, y también con otros y otras, reconociéndose como sujetos de derecho”, amplió.

La lámina se puede adaptar a las diferentes edades de acuerdo a los diferentes procesos . “Las situaciones de la vida cotidiana son momentos claves y oportunidades para trabajar la ESI en la escuela como puerta de entrada”, aportó la licenciada.

El proyecto Tape Porã ha mejorado la vida de 16 comunidades Mbya-Guaraní en Ruiz de Montoya, Misiones, a través de iniciativas en producción agroecológica, fortalecimiento económico, educación intercultural, acceso a servicios básicos y justicia con perspectiva de género.

La comunidad indígena de Azul tiene luz y agua segura por primera vez en treinta años

La Fundación Hora de Obrar impulsó las mejoras de infraestructura con financiamiento de la Unión Europea y Pan para el Mundo. Se inauguraron 32 obras que beneficiaron a 16 comunidades en indígenas en los últimos tres años.

La aldea mbya guaraní de Azul, que por primera vez en 30 años cuenta con servicios básicos, es el último eslabón en la cadena de mejoras impulsadas por el Proyecto Tape Porã. Con la construcción de un reservorio, una red interna y una torre para el tanque de distribución, las familias de Azul ya tienen acceso a agua segura. Además, se ha completado el tendido eléctrico principal, incluyendo instalaciones domiciliarias y la preparación para la conexión con la línea de media tensión.

Estas obras representan un avance histórico en términos de desarrollo local y salud comunitaria. La mejora en la calidad de vida y las oportunidades para mujeres y niñas es uno de los impactos más notables de estas acciones. Ahora, las familias pueden beber y cocinar con agua segura y disfrutar de luz eléctrica en sus hogares, transformando su día a día y abriendo nuevas posibilidades para el futuro.

“Estoy muy agradecida porque mi familia por primera vez va a tener luz y agua. Azul, esta comunidad está hace 30 años acá y por primera vez vamos a tener agua limpia y electricidad. Estoy muy contenta porque esperamos mucho tiempo” expresó al respecto Isabelina Ayala, cacique de Azul.

Un proyecto integral y sostenible

El Proyecto Tape Porã no solo se enfocó en la infraestructura básica, sino también en la capacitación de los miembros de la comunidad en plomería y electricidad, asegurando la sostenibilidad de las mejoras. Las comunidades Mbya Guaraní participaron activamente desde el diagnóstico inicial, el mapeo de las redes de agua y luz, hasta la colaboración junto al personal técnico. Este enfoque colaborativo y participativo ha sido fundamental para el éxito de las obras.

Además de garantizar agua segura para consumo y uso doméstico, el proyecto ha acompañado a las comunidades en la instalación de infraestructuras complementarias, como la protección de vertientes y la construcción de reservorios de agua. Estas acciones contribuyen a la gestión sostenible del recurso vital, especialmente frente a la sequía, mediante la reforestación del monte nativo alrededor de las vertientes de agua.
En total, se han concretado trabajos en 16 aldeas, con la realización de 32 obras que incluyen la instalación de tomas de agua con bomba, cañerías y piletas con canillas en los hogares. Estas mejoras no solo han transformado la vida de las comunidades Mbya Guaraní, sino que también han sentado las bases para un futuro más justo y equitativo.

Qué es el proyecto Tape Porã y cómo mejoró la vida de 16 comunidades indígenas en Misiones

Entre 2021 y 2024 la Fundación Hora de Obrar implementó una iniciativa integral que abarcó obras de infraestructura, producción de alimentos, acceso a la salud, educación intercultural y justicia. Ahora comparte una sistematización para aprender de esta experiencia exitosa de acompañamiento a los derechos indígenas.

Con el cofinancimiento de la Unión Europea y Pan para el Mundo, Hora de Obrar, celebró recientemente la finalización del proyecto Tape Porã con la satisfacción de haber alcanzado todos los objetivos planteados. Entre los resultados más destacados, la iniciativa implementó 32 obras de luz y agua, redujo un 45% la deserción escolar en año en el secundario BOP 116, produjo material educativo bilingüe, capacitó a más de 1000 personas y fortaleció la salud integral indígena, facilitó el acceso a la justicia y también promovió la seguridad alimentaria a través de la producción de 470 toneladas de alimentos.

A modo de memoria, aprendizaje y presentación del camino recorrido, Hora de Obrar sistematizó el proyecto en un documento llamado «Descubriendo el proyecto Tape Porã». En la introducción se explica: «No sólo recopilamos información, sino que la organizamos, analizamos y transformamos en conocimiento valioso. Es como si creáramos un mapa de la vida del proyecto, que nos ayude a recordar lo que hemos vivido, a identificar patrones y a aprender de nuestros pasos.»

El material puede leerse en línea y presenta los aspectos básicos del proyecto: de qué se trató, con quiénes se trabajó, qué se propuso, qué se hizo para lograrlo. Más tarde recorre los antecedentes y finalmente se enfoca en un aspecto muy importante: la interculturalidad como perspectiva de trabajo transversal a lo largo de toda la vida del proyecto.

«Esperamos que este aprendizaje colectivo inspire a imaginar y llevar a la práctica nuevos proyectos junto a comunidades indígenas Mbya Guaraní, para construir un futuro más justo e igualitario.», expresaron desde Hora de Obrar.

Con todos los objetivos logrados finaliza el proyecto que  fortaleció a 16 comunidades indígenas en Misiones

Referentes mbya, autoridades provinciales y de sociedad civil celebraron la finalización del Proyecto Tape Porã de la Fundación Hora de Obrar en Ruiz de Montoya.

160 personas se congregaron en el Polideportivo municipal, este jueves 6 de junio, para compartir el éxito del proyecto Tape Porã. Entre los resultados más destacados, la iniciativa implementó 32 obras de luz y agua, redujo un 45% la deserción escolar en año en el secundario BOP 116, produjo material educativo bilingüe, capacitó a más de 1000 personas y fortaleció la salud integral indígena, facilitó el acceso a la justicia y también promovió la seguridad alimentaria a través de la producción de 470 toneladas de alimentos. La Unión Europea y Pan para el Mundo cofinanciaron este proyecto de la Fundación Hora de Obrar.

La ceremonia inició con el saludo tradicional mbya de los 16 caciques de las comunidades indígenas involucradas en el proyecto y la bendición del mburuvicha de Takuapí Hilario Acosta. El intendente de Ruiz de Montoya, Victor Vogel, se mostró muy agradecido: “Vivo esto con la alegría enorme de que un trabajo serio y responsable llega a su fin con todos los objetivos logrados. Estoy convencido de que este proyecto marca un antes y un después para todos”. Vogel reafirmó su compromiso de seguir colaborando codo a codo junto a Hora de Obrar en próximas etapas y entregó una declaración de interés por parte del ejecutivo y del Consejo Deliberante local a Nicolás Rosenthal, director ejecutivo de la fundación.

Por su parte, Miruna Rusen, oficial de proyectos de la Unión Europea expresó: “Si bien nuestro financiamiento finaliza con estos tres años para este proyecto en particular, la alianza con la Unión Europea sigue porque el apoyo a las comunidades indígenas, para fortalecer la diversidad cultural, forma parte de los valores de la Unión Europea”.

A su vez, el director de la Fundación Hora de Obrar, Nicolás Rosenthal, repasó los antecedentes de trabajo de más de 15 años en la región y enfatizó: “Hacemos esto no solo porque la cultura mbya hace un aporte fundamental que necesitamos fortalecer, sino también porque los pueblos originarios tienen derechos que deberían estar garantizados y no siempre lo están.” Cerró agradeciendo al Aty Mburuvicha y a las comunidades, autoridades locales y provinciales y organizaciones de la sociedad civil, a la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, como así también a la Unión Europea y Pan para el Mundo por el apoyo financiero.

Finalmente Laura Gómez y Javier Allara, codirectores del proyecto, junto a referentes de las comunidades Mbya Guaraní, compartieron experiencias alrededor de los cinco ejes clave para el éxito del trabajo: un equipo intercultural, interdisciplinario y en territorio con gran conocimiento del contexto cultural, el abordaje integral con perspectiva de género que respondió a las necesidades de las comunidades, la comunicación bilingüe e instalación de capacidades y la sinergia y colaboración multisectorial.

El cacique mburuvicha Guillermo Benitez, de la aldea Yy Pora, agradeció a la fundación por fortalecer el rol de los caciques y facilitar su presencia y aporte en las comunidades. Acompañaron el evento Hilario Acosta (Takuapí), Juan Gonzalez (Tupambaé), Juancito Benitez (Ita Poty), Francisco Benitez (Ambay Poty), Juanita Gonzalez (Yvytu Pora), Osmar Martinez (Koejú Miri), Mariano Benitez (Pirakuá), Mario Borja (Kaa Kupé), Guillermo Benitez (Yy Pora), Julian Ocampo (Yhovy), Victor Gimenez (Tamanduaí), Isabelina Ayala (Azul), Victor Gonzalez (Ñamandú), German Nuñez (Tajy Poty), Francisco Benitez (Guaviramí) y la referente del consejo general de caciques, Ruperta Morinigo.

También participaron autoridades provinciales, entre ellas, la Subsecretaria de Desarrollo Territorial del Ministerio de Agricultura Familiar de Misiones, Laura Duarte, la Subsecretaria de Derechos Humanos Integrales de la Pcia. Misiones, Norma Silvero, el Director General de Asuntos Guaraníes, Francisco Rodriguez, el Subsecretario de Atención Primaria y Salud Ambiental, Dr. Danielo Silva, el Director de Áreas Naturales Protegidas, Fabio Malosch y el Juez Correccional y de Menores de Puerto Rico, Dr. Rubén Lunge.

La celebración fue una ocasión para reconocer y agradecer el esfuerzo colectivo que hizo posible Tape Porã, a la vez que reafirmar el compromiso con la continuidad de iniciativas que promuevan los derechos económicos, sociales y culturales de las comunidades indígenas.

Nuevo manual para estudiantes Mbya: Ayvu Tekoagui

Fue diseñado para ayudar a los niños y niñas de segundo grado a formar palabras, frases y realizar pequeñas lecturas, promoviendo el aprendizaje de la lectoescritura en su lengua materna. También se elaboraron ilustraciones originales que acorde a la cultura mbya.

El Instituto Intercultural Takuapi presentó el manual pedagógico bilingüe “Ayvu Tekoagui”, que significa “Palabras de mi comunidad”. Con el objetivo de alcanzar a las escuelas interculturales de toda la provincia de Misiones, está disponible en línea, para su descarga gratuita. El material se elaboró en articulación con el proyecto Tape Porã de la Fundación Hora de Obrar, con cofinanciamiento de Unión Europea y Pan para el Mundo.

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La autora, Karina Schmidt, colaboró estrechamente con los docentes auxiliares indígenas Santo Miguel Acosta y Mario Acosta para garantizar que las consignas e imágenes sean comprensibles y accesibles en lengua mbya.

Este es el segundo manual editado, diseñado para ayudar a los niños y niñas de segundo grado a formar palabras, frases y realizar pequeñas lecturas, promoviendo el aprendizaje de la lectoescritura en su lengua materna. El primer manual fue editado en 2023 para acompañar a niños y niñas de primer grado en la misma tarea.

El proyecto Tape Porã se propone mejorar la vida de 16 comunidades Mbya-Guaraní en la zona de Ruiz de Montoya, de la Provincia de Misiones, a través de la implementación de diversas acciones centradas en la producción agroecológica, el fortalecimiento económico, la educación intercultural, el acceso a servicios básicos, y la justicia desde una perspectiva interdisciplinaria y de género.

Hora de Obrar fue destacada por su apoyo a la dignidad, respeto y autodeterminación de los pueblos mbya guaraní

En el marco de la Semana de los Pueblos Originarios, el Consejo de Caciques de la Nación Mbya Guaraní, junto al Ministerio de Derechos Humanos de Misiones, ha honrado a destacadas organizaciones que han abrazado la causa de los derechos y la cultura guaraní. Entre las entidades reconocidas se encuentra la Fundación Hora de Obrar, cuyo compromiso a través del Proyecto Tape Porã, desarrollado en 16 comunidades mbya guaraní de Ruiz de Montoya, ha sido ampliamente destacado.

Autoridades como el Consejo de Caciques de la Nación Mbya Guaraní, representado por Alejandro Benítez y Ruperta Morínigo, así como la ministra de Derechos Humanos, Karina Aguirre, Norma Silvero, Subsecretaria de Derechos Humanos Integrales, y Francisco Rodríguez, director de Asuntos Guaraníes, se unieron para celebrar este reconocimiento y destacaron el trabajo que se realiza en Misiones en el reconocimiento de los pueblos originarios. También estuvieron presentes el intendente de Ruiz de Montoya, Victor Vogel, y miembros de diversas comunidades mbya de Misiones.

La Fundación Hora de Obrar, junto con la Fundación Marangatú, fueron distinguidas por su incansable labor en el apoyo, participación e impulso a la lucha por la dignidad, el respeto y la autodeterminación de los pueblos originarios.

Javier Allara, co-director del proyecto Tape Porã, enfatizó la importancia de esta mención, destacando que proporciona visibilidad a nivel provincial al proyecto, permitiendo así continuar con el vital trabajo de acompañamiento a las comunidades mbya guaraní.

Laura Gómez, co-directora del proyecto, agregó: «Esta mención nos llena de orgullo, especialmente al provenir del Consejo de Caciques, que nuclea a más de 70 comunidades en toda la provincia. Reconocen así un trabajo que desde Hora de Obrar encaramos con profundo respeto y una clara vocación de transformación.»

Nicolás Rosenthal, director ejecutivo de Hora de Obrar, expresó su gratitud y orgullo por este reconocimiento, resaltando el compromiso continuo de la fundación con el acompañamiento de las comunidades de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, y especialmente con el proyecto Tape Porã en las comunidades mbya guaraní. Enfatizó que son los propios miembros de estas comunidades quienes son los verdaderos protagonistas de los proyectos, desarrollados en un diálogo constante y constructivo con ellos y sus asesores.

Este reconocimiento no solo honra el trabajo realizado, sino que también refuerza el compromiso de la Fundación Hora de Obrar con la defensa de los derechos y la cultura de los pueblos indígenas en Argentina.

Cómo mejoró la vida de mujeres y niñas indígenas con luz y agua segura

La Fundación Hora de Obrar ya finalizó 27 obras de infraestructura de agua y electricidad en comunidades indígenas Mbya Guaraní de la zona de Ruiz de Montoya con financiamiento de la Unión Europea. “Ya no tengo que caminar con mis hijos medio kilómetro para lavar la ropa y los platos o buscar agua para tomar».

Muchas comunidades indígenas en Misiones están accediendo por primera vez a los servicios básicos a través del apoyo del proyecto Tape Porã de la Fundación Hora de Obrar. Estas mejoras representan un avance en términos de desarrollo local y salud comunitaria y también tienen un impacto diferenciado en la calidad de vida y las oportunidades para mujeres y niñas.

En la aldea Tajy Poty, por ejemplo, se instaló una bomba de agua que marca el inicio en el acceso a servicios básicos. «Ahora, con la pileta y agua en la comunidad, ya no tengo que caminar con mis hijos medio kilómetro para lavar la ropa y los platos o buscar agua para tomar», comenta Ceferina Morínigo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) las mujeres y las niñas se encargan de ir a recoger agua en 7 de cada 10 hogares sin agua corriente. Por eso Ceferina y todas las mujeres y niñas de estas comunidades tienen ahora más tiempo para dedicar a su salud, educación, el cuidado de la comunidad, su desarrollo personal y también al esparcimiento.

“Estas obras tienen un impacto directo en la vida de las mujeres que es muy concreto. Ellas son las que caminan kilómetros en áreas rurales para llenar bidones o baldes de agua de los ríos y vertientes y traerlos a sus hogares para preparar alimentos. Ellas son las que lavan la ropa de la familia mientras están al cuidado de sus hijos e hijas. Eso implica trasladar grandes cantidades de peso cada día y exponerse a riesgos de sufrir daños corporales y otros peligros en el camino. También la electricidad permite conectar pequeños electrodomésticos y conservar alimentos en la heladera”, destacaron desde la Fundación Hora de Obrar. Estas iniciativas garantizarán que más de mil personas mbya guaraní accedan a luz y agua segura.

Hay otro logro relacionado con la autonomía de las mujeres indígenas: Ceferina decidió capacitarse para mantener y reparar las nuevas instalaciones, junto a otros miembros de la comunidad. “Por primera vez, muchas mujeres tienen la oportunidad de adquirir habilidades técnicas que les empoderan y les permiten contribuir de manera más activa al bienestar de sus familias y comunidades”, destacó el equipo del proyecto.

Esto es posible porque desde el comienzo ellas tomaron decisiones sobre el diseño de las instalaciones de agua y luz con la colaboración del personal técnico de Tape Pora. “Las obras se pensaron junto a las mujeres, hablando con ellas, para entender dónde colocar las piletas y las canillas o dónde y cuántos tomas colocar”, relataron desde la Fundación Hora de Obrar.

Dado que el abordaje del proyecto es integral, además de garantizar agua segura para consumo y uso doméstico, también acompañó a las comunidades indígenas en la instalación de infraestructuras complementarias, como protección de vertientes y construcción de reservorios de agua, contribuyendo así a la gestión sostenible de este recurso vital.

Ya se concretaron los trabajos en 13 aldeas, donde se realizaron 27 obras que incluyen la instalación de tomas de agua con bomba, cañerías y piletas con canillas en los hogares. El objetivo estará cumplido con la finalización de las obras en otras 3 aldeas indígenas.

La eurodiputada correntina, Mónica González, visitó proyectos sociales en Misiones

En su viaje al corazón de la tierra colorada la parlamentaria conoció el proyecto Tape Porã de la Fundación Hora de Obrar, cofinanciado por la Unión Europea, y las actividades que realiza para mejorar la calidad de vida de 16 comunidades mbya guaraní en la región.

Durante su recorrido, Mónica González recorrió la aldea Yvytu Porã en Ruiz de Montoya, donde conversó con la cacique Juanita González  sobre aspectos culturales, las condiciones de vida y el liderazgo de las mujeres: “Conocer a Juanita, conocer a las mujeres empoderadas de las comunidades mbya guaraní, confirma cuán importante es que sigamos apoyando desde la Unión Europea estos proyectos”, destacó la diputada.

Más tarde la recibió el intendente de Ruiz de Montoya, Victor Vogel, junto al equipo de la Fundación Hora de Obrar donde conversaron sobre la importancia del trabajo articulado entre el gobierno local y las organizaciones no gubernamentales, así como la relevancia de los financiadores para llevar adelante proyectos que mejoran la calidad de vida de los pueblos originarios.

Mónica González, de origen argentino y actual parlamentaria por el Partido Socialista Obrero Español (España), elogió el enfoque integral del proyecto en Ruiz de Montoya. Tape Porã, con su énfasis en la producción agroecológica, educación intercultural y acceso a servicios básicos, destaca como un ejemplo de cómo promover los derechos económicos, sociales y culturales de las comunidades mbya guaraní. 

Por su parte la delegación de la Unión Europea en Argentina destacó “la importancia de visibilizar, en la sociedad no indígena, la cultura, derechos y existencia de las comunidades mbya-guaraní desde una perspectiva intercultural y de género y sobretodo comunicar el protagonismo que están teniendo los pueblos originarios en su propio desarrollo cuidando y promocionando su rico patrimonio intelectual, artístico y espiritual.”

La visita de la eurodiputada activista por la diversidad y la cooperación regional e internacional refuerza el compromiso de apoyo a iniciativas que fomentan el desarrollo integral y la autonomía de las comunidades originarias en Argentina, demostrando así la importancia de la cooperación internacional para el fortalecimiento de estas comunidades.

El proyecto Tape Porã es cofinanciado por la Unión Europea y Pan para el Mundo con el objetivo de mejorar la calidad de vida de 16 comunidades indígenas de Misiones. Tapé Pora resultó seleccionado entre más de 370 proyectos presentados en la convocatoria de Derechos Humanos dirigida a organizaciones de la sociedad civil que la Unión Europea lanzó en el 2020 en Argentina.