Compartimos un nuevo aporte para la diaconía comunitaria basado en Corintios 1,18-25, para poner pensar en construir estrategias de diálogo entre distintos sectores sociales, culturales y religiosos. Por Pastor Jorge Weishein.
Estimadas hermanas,
Estimados hermanos,
que el espíritu de Dios nos reúna alrededor de su palabra para que sople la mirada integradora, el entendimiento mutuo y la solidaridad permanente tanto en nuestras comunidades como en el diálogo con toda la sociedad. Amén.
Este texto de la carta de Pablo a los Corintios tiene una larga tradición en la historia de la iglesia. ¿Por qué? Creo que los problemas que se presentan en la comunidad de Corinto son un problema permanente a lo largo de la historia de la humanidad y de la iglesia. Un grupo de familias con influencias prefieren un tipo de iglesia con una forma de mensaje y de ministerios que sea más acorde a la cultura de sus tiempos. ¿Esto es un problema? En general, la verdad, no debiera serlo. En la misma Biblia, vemos cómo el mensaje y las formas de organización de las comunidades se va adaptando a cada contexto. ¿Entonces, cuál es el problema? La incapacidad de la comunidad de poder hacer esto entre todas las personas de forma conjunta. ¿Por qué no pueden? Unos piensan que son más que los otros porque tienen más plata. Algunos creen que juntarse con otras personas y tener en cuenta sus opiniones afecta a su estatus social y no quieren humillarse juntándose con esa gente. Algunos creen que la iglesia debe tener gente que sepa hablar bien para mostrar su sabiduría y persuadir a la gente para que participe de la iglesia, pero también para poder mostrar que su Dios no es cualquier Dios, sino uno que tiene un mensaje importante.
Otra razón por la que este texto pasó a la historia en la teología cristiana es porque resume en pocas palabras el corazón del mensaje del evangelio. La violencia con que se enfrentan en la comunidad de Corinto llevó a Pablo a hacer un esfuerzo de síntesis realmente enorme y rico. Sin embargo, Pablo esto lo pudo hacer porque conoce bien a estas personas, convivió con ellas y sabe perfectamente lo que está pasando.
Los que dicen que saben siempre tienen más fuerza y más medios y quieren que las cosas sean como a ellos les gusta. Mientras tanto quienes están al margen, y que incluso dependen de esa otra gente para vivir, a duras penas tienen para comer y no son dueños ni siquiera de su propio cuerpo o su propia vida, y tratan de fortalecerse en el ágape y en la comunión para vivir en Cristo la libertad, la esperanza y la humanidad que la sociedad de su tiempo les niega todo el tiempo.
Me permito tomar de toda esta situación comunitaria tremendamente compleja, tres aspectos desarrollados por Pablo. 1) El anuncio del evangelio está restringido por el acceso desigual a los medios de comunicación. 2) La propuesta del evangelio está limitada por la capacidad diferencial de organización comunitaria. 3) El sentido de ser iglesia está en crisis por el sentido de propiedad de los dones que limita la disposición para el servicio.
Pablo, en esta misma carta, preocupado por el futuro de la iglesia toma una canción de su tiempo como base y hace un llamado desesperado a la comunidad a que si quiere destacarse en algo que lo haga en la fe, la esperanza y el ágape, sobre todo, en el ágape, porque es lo más importante de todo.
Pablo le pregunta a la comunidad de Corinto qué es eso de la sabiduría sobre Dios. Un grupo de gente entiende que sabe algo de Dios que es para los que saben. Los que saben son los que tienen preparación y tienen una formación cultural. Esta gente incluso se ríe de Pablo porque parece que él no sabe hablar bien y para ellos esto es una vergüenza. Esto de la forma de comunicar el mensaje es algo que muchas veces aparece en cuestión en la Biblia (Moisés era tartamudo, Dios habla a través de la zarza, de una burra, Jesús habla en parábolas, Pablo no tiene estilo, Timoteo es demasiado joven, etc). Pareciera que Dios, a propósito, eligiera siempre emisarios/as con dificultades de lenguaje para poner en evidencia la importancia de su mensaje por encima de la persona, pero también más allá de las personas, es decir, siempre para todas las personas, empezando por quienes son menos valoradas y reconocidas en la sociedad.
Esta es la cuestión. Unos hablaban de forma tan elevada que la gente sencilla no entendía ni de qué estaban hablando. Pablo propone que pongan traductores, gente que explique lo que están diciendo. Es interesante. Pablo reconoce que existen diferentes lenguajes, pero que esto de ninguna manera tiene que significar que dejen de hablar como cada uno habla, pero tampoco que unos hablen de una cosa y otros de otra, ni tampoco que lo que digan unos no lo entiendan los otros. La comunidad funciona mientras todos hablan de lo mismo, aunque lo hagan de distintas maneras. ¡Qué importante que es siempre en una comunidad, a medida que se va hablando, preguntar cada tanto si todos/as están entendiendo todo lo que se dice. Esto puede parecer algo básico, de sentido común, sin embargo, no lo es.
En nuestro caso, nuestra iglesia trabaja muchos temas de conocimiento público a través de su fundación y la fundación a su vez trabaja con muchas otras organizaciones sociales tanto de nuestro país como de muchos otros países. El lenguaje que se usa es el lenguaje técnico porque es universal y es la mejor manera de entenderse entre todos pero es un lenguaje basado en un acuerdo básico de términos de las ciencias sociales. Los problemas, los análisis, las reflexiones, las propuestas, se elaboran casi todas con este lenguaje que de tanto que se usa es casi como un idioma en si mismo. En este momento quienes saben son quienes saben usar este lenguaje. Incluso es una marca de estatus social. Sin embargo, puede pasar que para algunos/as especialistas hablar en lenguaje llano les pueda resultar humillante porque es común que los auditorios quieran escuchar hablar en lenguaje culto, con altura, aunque sea para pocos, y hasta para la bonhomía de la propia persona que habla.
Esto, sin embargo, genera enorme cantidad de problemas en la iglesia porque no solamente no se termina de entender de qué se trata la discusión sino que se pierde de vista el sentido de todas estas conversaciones que es siempre ayudar a que la vida comunitaria se fortalezca y que la gente no solamente se sienta mejor sino que realmente pueda vivir mejor. Pablo, insiste, que la tarea de la iglesia es promover la fe para que la gente le siga encontrando sentido a creer en Dios, anunciar la esperanza para que la gente esté segura que existen alternativas para salir adelante, y practicar el ágape o el amor para que la gente siga buscando caminos juntos para vivir mejor. Imaginémonos que si no podemos hablar ni siquiera el mismo idioma dónde queda todo lo anterior.
La segunda cosa que Pablo cuestiona es la falta de organización en la comunidad. Imaginémonos que si la gente no se entiende, menos todavía, pueden organizarse. Bueno, en Corinto está pasando un poco de todo. Las familias más ricas discriminan a las más pobres y no las reconocen como personas iguales a ellas. Las parejas y familias de distintas religiones tienen problemas de autoridad, problemas sexuales, y no se respetan ni pueden ponerse de acuerdo. A eso se suman, malas costumbres a la hora de juntarse a comer y no pueden compartir entre todos ni tampoco pueden compartir todos lo mismo, mientras que se juntan unos por un lado y otros por el otro. ¿Cómo se pueden organizar si no se pueden aceptar entre ellos a todos/as por igual? Si ni siquiera se pueden hablar entre ellos, ¿de qué manera pueden juntarse y compartir algo?
Pablo, además de pedir que hablen bien y se traduzcan lo que dicen entre si para que todos/as puedan entender lo que piensa cada uno/a, también les pide que aprendan a respetar lo que cree cada uno/a y que se pongan de acuerdo respetando el consentimiento de cada uno/a. Esta es la señal de sabiduría de una comunidad cristiana. Cada una de las personas es libre por igual frente a Dios y entre ellas, y por lo tanto, todas merecen la misma consideración y el mismo respeto. En nuestro caso, como iglesia, necesitamos aprender a respetar nuestra enorme diversidad cultural pero también aprender a entender y escuchar cómo piensa y cómo creen las demás personas de la iglesia. Si un grupo va a decirle al otro cómo tiene que pensar o cómo tiene que creer en Dios la iglesia tiene poco futuro, básicamente, porque ya se estaría perdiendo la fe en común, la esperanza entre todos/as y el amor para todos/as. La fe se descubre de la mano de la palabra de Dios en la lectura y el diálogo en comunidad.
Pablo, insiste que la tarea de la iglesia es poner la fe en evidencia, mostrar lo que creemos. La sabiduría no sirve de nada si no se pone en práctica. La esperanza no es hacerse ilusiones de lo que va a pasar algún día sino que es empezar a ensayar ahora en la comunidad cómo queremos que sean las cosas en el futuro. Si esto además de ser un ensayo empezara a hacerse cierto esto sería el evangelio hecho carne entre nosotros/as. El amor (el ágape) no es un sentimiento que uno tiene por unos pocos y el resto que se joda. El ágape es el sentido de responsabilidad por todos y todas las cosas que tenemos por ser hijos/as de Dios y por lo tanto responsables con Dios por toda la vida de todas las criaturas. Esto que Jesús decía cuando hablaba del amor al prójimo. Somos responsables por la vida de todas los seres vivos por igual. No es posible hablar de amor al prójimo sin cuidar de la creación ni es posible cuidar de la creación sin amar al prójimo.
Pablo, tiene otro frente. En la comunidad está este grupo que cree que sus dones les dan un mérito especial y que eso significa que son mejores cristianos/as que los/as demás, ellos/as entienden mejor lo que Dios quiere, entonces, ellos/as tienen la verdad y los/as demás tienen que aprender de ellos/as. Pablo cuestiona mucho todo esto porque solamente sirve para dividir a la iglesia en distintos grupos, y les pide ser como un solo cuerpo, aunque cada uno/a sea distinto/a, pero que funcionen juntos/as. Además esta gente cuestiona las enseñanzas cristianas negando la muerte en la cruz y dudando de la resurrección de Cristo. Todo esto, fue demasiado.
Negar la muerte de Cristo en la cruz es negar el compromiso de Dios con la gente que sufre. La gente rica se avergüenza de un Dios que se junta con los pobres y entonces acomodan su fe cambiando la imagen de Dios. Los dioses griegos y romanos eran todos poderosos y fuertes y el Dios cristiano parecía un Dios de vagos/as, pobres y esclavos/as. Es interesante que la discusión por la inclusión, el respeto y la solidaridad entre ricos y pobres sea motivo de vergüenza, de divisiones y de conflictos, en la iglesia cristiana. Esto para la gente de buena posición era absurdo, un disparate, una locura. ¡Cómo un Dios podía ser tan poco serio, tan ignorante, para poner a la misma altura a gente de bien con gente en mala situación! ¡Cómo puede ser que haya un Dios que pretenda empobrecer el idioma y el lenguaje culto para que todos puedan entender! ¡Cómo puede ser que Dios sea tan flojo, tan débil, que esté de acuerdo con mantener vagos obligando a los ricos a compartir su comida con esta gente -que ni siquiera es gente!
Pablo les dice: “la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana” (1 Co 1,25). Estas palabras son una advertencia que atraviesa la historia de la iglesia hasta nuestros días, en los que nuevamente la tentación de predicar un Dios poderoso y exigente es más fuerte que la vocación de anunciar un Dios comprometido e inclusivo; la tentación de ganar lugares de poder aprovechándose unos de otros es más fuerte que la empatía y la compasión mutua para trabajar juntos/as; la tentación de mostrar logros y éxitos personales es más importante que la solidaridad y el acompañamiento a quienes más necesitan.
Las iglesias cristianas estamos todo el tiempo sujetas a la necesidad de calibrar la dirección con la brújula del evangelio y de tamizar nuestro mensaje con la cruz de Cristo para que nuestra misión siga siendo aceite para alimentar los candeleros de tantas personas que esperan la plena venida de nuestro señor Jesucristo. En este camino nos reconocemos. En este camino estamos. En este camino nos encontramos. Amén.