8M: vida en abundancia es vida digna

Tener qué comer, acceder a medicamentos y cuidados de salud, recibir educación, contar con autonomía o poder soñar y proyectar un futuro. Estos son derechos fundamentales que deben garantizarse para todas las personas.

En Argentina, las mujeres asumen el 75% de las tareas de cuidados. Por eso ganan menos, tienen mayores niveles de informalidad y enfrentan más dificultades para acceder a la jubilación. Hoy en Argentina casi 1 de cada 5 mujeres asalariadas son trabajadoras de servicio doméstico, la rama de actividad que peor paga, y sólo 1 de cada 10 mujeres en edad de jubilarse está en condiciones de hacerlo sin moratoria.

Las mujeres aportan a nuestras sociedades y también generan riqueza, pero ese trabajo está orientado al servicio de la vida y no se limita a una expresión monetaria. Ellas dedican el doble de tiempo que los varones a tareas domésticas, a criar y cuidar a personas adultas o dependientes. Pero este trabajo no cuenta.

Los espacios comunitarios también se sostienen con el trabajo militante de mujeres a cargo de tareas de cuidado. De hecho, en las iglesias el trabajo diacónico usualmente está mayoritariamente a su cargo.

Estamos enfrentando fuertes retrocesos: ajustes en salud y educación, eliminación de las políticas que buscan cerrar las brechas de género y prevenir las violencias. Estamos viendo también cómo crecen los privilegios de unos pocos. 

Sabemos que a través de la fe, todas las personas tienen el mismo estatus, el mismo derecho y las mismas oportunidades. ¡Por una espiritualidad, una diaconía y una economía que ponga el cuidado y la vida en el centro!

Fuentes

1 femicidio cada 24 horas en Argentina: seguimos diciendo Ni Una Menos

Este 3 de junio las calles argentinas se llenan de voces que claman por justicia, igualdad y derechos para las mujeres y diversidades. A nueve años de la primera movilización contra los femicidios, la violencia de género y la falta de políticas públicas efectivas continúan afectando gravemente a las mujeres y diversidades en el país.

Entre el 1° de enero y el 31 de mayo de este año hubo 127 víctimas de violencia machista, según el Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano”, que dirige La Casa del Encuentro. 56% de los agresores eran parejas y ex parejas. Como resultado, 124 niñas y niños quedaron sin madre. Tristemente, como se demuestra informe tras informe, el lugar más inseguro para las mujeres es su hogar.

Entre las víctimas se cuenta el crimen de odio cometido en Barracas contra Pamela, Mercedes y Andrea por ser lesbianas, y los ataques sistemáticos contra personas trans. Estos hechos evidencian la falta de políticas públicas efectivas para proteger a las personas más vulneradas de nuestra sociedad.

El contexto socioeconómico y las políticas públicas promovidas desde el estado también afectan gravemente los derechos de las mujeres. Estas normativas no solo buscan desmantelar derechos laborales, sino que también eliminan la moratoria para las jubilaciones de amas de casa, dejando a millones de mujeres que han trabajado toda su vida sin la posibilidad de una jubilación digna. Asimismo, la proliferación de discursos de odio, promovida desde las más altas esferas, no hace más que empeorar la situación.

Dos de cada tres personas en situación de pobreza son mujeres, que también son jefas de hogar y madres. Así, las mujeres son las más perjudicadas por la emergencia alimentaria que atraviesa el país. Las ollas populares y comedores comunitarios, gestionados en su mayoría por mujeres, están siendo desbordados por la demanda mientras enfrentan el desabastecimiento de alimentos.

En este contexto, los programas que educan y acompañan a niños, niñas y jóvenes en el marco de sus derechos sexuales, reproductivos y no reproductivos, se encuentran desfinanciados. El Plan ENIA (Plan de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia), fundamental para la salud y el futuro de niñas y adolescentes, que demostró ser altamente efectivo en la reducción de la tasa de fecundidad adolescente, ha visto recortado su presupuesto y personal, poniendo en riesgo décadas de avances en salud sexual y reproductiva.

Lo mismo sucede con los programas de formación docente para la educación sexual integral. El 80% de los niños, niñas y adolescentes que denunciaron abusos lo hicieron después de tener una clase de ESI en la escuela, por lo que su retroceso en términos de aplicación y financiamiento plantea una amenaza para el pleno desarrollo de niños, niñas y adolescentes.

Desde la Fundación Protestante Hora de Obrar vemos estas señales con preocupación. El odio no cabe en la pedagogía de Jesús. Excluir y convertir al prójimo o la prójima en una abominación asesinable no es el plan de Dios. Por el contrario, Jesús nos convoca a la ternura, a la inclusión, al amor. La sociedad que somos llamados a construir cristianos y cristianas es una de relaciones equitativas, justas, horizontales, entre iguales, donde prime el amor y el respeto, sin ningún tipo de discriminación. Una sociedad donde el estado tiene un rol indelegable que cumplir como garante de derechos. Por eso, así como las mujeres fueron las primeras en dar testimonio de la fuerza de la vida del Jesús resucitado, así también nos unimos a miles y miles que reclaman nuevamente NI UNA MENOS.