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A modo de oración y diálogo con Dios en base al salmo 85 Jorge Weishein plantea lo difícil de la situación post pandemia y la necesidad de poner en práctica nuestra esperanza para salir adelante entre todos juntos. “El amor y la verdad se darán cita, la paz y la justicia se besarán”. 

Mensaje basado en el Salmo 85,1-13(14)

Pastor Jorge Weishein

Estimadas hermanas

Estimados hermanos                          

En esta oportunidad quiero compartir con ustedes una reflexión a modo de diálogo con nuestro Dios.

Amado Dios, estamos saliendo poco a poco de este tiempo de pandemia, los países pobres estamos tardando un poco más, pero aunque haya menos restricciones y seguimos aislados y encerrados en nosotros mismos, enfrentados y divididos como pueblo, como comunidad, como iglesia. Tu misericordia con nosotros pasa desapercibida con tanta falta de empatía y tan poco respeto entre las personas. Nuestro pecado se extiende y traspasa las fronteras, los límites, la ética y las buenas costumbres.Las redes explotan de comentarios maliciosos y maltratos. El mundo vuelve a ser el mismo en su peor expresión. Los estados están cada vez más atados de pies y manos, y los pueblos cada vez más liberados a su suerte. La función más importante del estado es garantizar la justicia, sin embargo, lejos está de los estados de estos tiempos asumir con responsabilidad tamaña tarea. 

Los medios masivos de comunicación usan el enfrentamiento como una oportunidad para hacer negocios vendiéndose al mejor postor. La grieta es resultado de hacer negocios con la desesperación y la inhumanidad. Mientras tanto con la grieta desaparecen y se matan mujeres, se persiguen y se matan personas de la diversidad, se queman y se destruyen miles de hectáreas de monte, se contaminan kilómetros de agua dulce con su flora y fauna, se desplazan y envenenan comunidades originarias, se enferma y envenena a las familias, de a poco, con alimentos que ya no sabemos ni lo que tienen. Sin embargo, cualquiera que diga algo sobre esto es acusado de estar en un bando o en el otro. 

¿Cuánto tiempo nos vas a dejar seguir viviendo así entre nosotros? ¿Acaso millones de muertes en todo el mundo no alcanzan para darnos cuenta que no podemos seguir viviendo así como estamos viviendo? Dios, la palabra nos muestra cómo a través del tiempo siempre estuviste en medio de tu pueblo, te agarraste tremendas broncas, sí, pero también disfrutaste con muchas alegrías. Dios, no te disgustes con nosotros. Ayúdanos a volver a ser más humanos teniendo consideración con los demás, a conectar con las demás personas prestándoles atención, a escuchar para tratar de entendernos, en vez de escuchar para ver de qué y cómo poder acusar a la otra persona. 

El octavo mandamiento está olvidado completamente entre nosotros. Las noticias en la televisión se convirtieron en un negocio y cada uno informa lo que vende más y lo que les deja más ganancias. Esto desinforma y enferma a la gente. Millones de personas en el mundo decidieron no vacunarse porque entendieron que la vacuna era venenosa y era un riesgo para su salud. Cada vez más políticos hablan de libertad, una idea cristiana valiosa y profunda, pero ellos hablan de la libertad de mercado, es decir, de que cada uno y cada una se arregle sola o solo, y que sea lo que Dios quiera, que nunca es lo que vos querés, sin educación ni salud pública, porque esta libertad se la tiene que pagar cada una y cada uno como pueda. En poco tiempo más quien no tenga plata ya no va a poder vivir, porque todo es un negocio, esto ya le está pasando a millones de personas en el mundo entero que día a día son más y más pobres.

Cada vez más personas se hacen eco de tu ira mientras cada vez menos personas se sienten convidadas por tu misericordia. Cada vez hay más personas justicieras que personas solidarias. El éxito personal y el afán de hacer dinero como sea han transformado el bien en mal y el mal en bien. Mucha gente anda mal, enojada y triste por las calles. Muchos han perdido mucho en la pandemia, desde vidas de seres queridos hasta sus fuentes de ingresos y su modo de vida. La pobreza creció de forma exorbitante y las personas más ricas esconden su riqueza para no ayudar a nadie, mientras se burlan de los países que les quieren cobrar impuestos a la riqueza.

¿Dios, cómo vas a hacer para aliviar nuestras cargas y angustias? ¿Cómo vas a hacer para transformar nuestras mentes y corazones? Tú nos diste la vida para que tengamos vida y la vivamos plenamente. ¿Cómo vamos a hacer para vivir plenamente entre todas y todos? En muchos casos, la gente ya no sabe qué esperar ni qué decir ni qué pensar. El cambio climático. El cambio económico. El cambio cultural. Demasiados cambios, todos juntos y a la vez. Dios, necesitamos alegría, necesitamos encuentros, necesitamos estar bien, necesitamos volver a reflexionar y celebrar juntos. 

Dios, tú nos hablas de amor, de un amor muy especial, de ese amor en el que las personas se entregan mutuamente de forma solidaria, se prestan atención con confianza y cariño, se ayudan unos a otros con esperanza, dándose ánimo y compartiendo sus fuerzas. Dios, estos días hablando con un amigo me decía que era un ingenuo, que el mundo no funciona así. El mundo no funciona así, pero esto es lo que creemos, esto que lo que queremos vivir, esto es lo que esperamos, esto es el motor de nuestras vidas de fe. Sin esta fe, sin esta esperanza, sin este amor no podemos ser cristianos ni iglesia ni nada. 

Ayúdanos, Dios nuestro, a ser más fieles a tu mensaje de vida plena y a no resignarnos al mundo. Estamos viendo a dónde nos está llevando este mundo. No queremos vivir en la perdición y en la muerte. Permítenos, Señor, ser testigos de tu gloria en el mundo, reconocer tu misericordia entre nosotros, poder ver sanar la tierra, ver aceptarse entre las personas diferentes, ver la solidaridad concreta de quienes pueden con la disposición sincera de quienes no pueden, ver que los alimentos pueden ser cada vez más sanos, ver que las personas pueden convivir con los animales y las plantas cuidando juntos de tu creación. 

Dios, tú nos enseñas que el amor y la verdad van de la mano. El amor que tú nos muestras lo vemos en la apertura y la generosidad con que puedes escuchar y acompañar a tu pueblo. La verdad de la que nos hablas es la verdad de lo que haces, de lo que pones en práctica, de lo que prometes y colocas en medio de tu pueblo para aliviar su dolor y renovar sus fuerzas. Este es el shalom, la paz del bienestar completo, de la alegría y la felicidad, la paz que nace de la justicia, de poner las cosas en su lugar, de devolver la igualdad entre las personas, varones y mujeres, personas de la diversidad, cada una de las criaturas cada una por igual, porque todas son obras de tus manos. Ayúdanos, Dios nuestro, a poner en práctica el amor, la verdad, la justicia para que podamos disfrutar de vivir en paz. 

Necesitamos que broten tu verdad en la tierra y que llueva copiosa y suavemente tu justicia para que florezca tu amor y probemos abundantes frutos de tu paz. Dios permite que tu justicia llene los lagos, los ríos, los mares, los océanos para que la vida de toda la creación se renueve. Dios, muéstranos el camino siguiendo el curso de tu justicia para alcanzar a vivir en comunión entre todos los pueblos. Amén

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