El mensaje para el mes de septiembre sobre la importancia de la esperanza en la lucha por una mayor justicia ecológica en el mundo a partir del llamado de Pablo a la comunidad de tesalonicenses de renovar su esperanza ante la pronta venida de Cristo y la transformación total del mundo.
Por Jorge Weishein
Mensaje basado en 1 Tesalonicenses 5,14-24.
Estimadas hermanas,
Estimados hermanos,
Que la esperanza en que la vida está en manos de Dios desde un principio hasta el fin de nuestros días nos dé fortaleza para seguir adelante en nuestra misión de cuidar de la creación de la mano con nuestro buen Dios. Amén.
Esta carta a los tesalonicenses es una carta urgente, una carta que va al encuentro de una comunidad desorientada y preocupada por el tiempo en el que viven. Esta es una de las primeras cartas conocidas del apóstol a una comunidad recién formada.
La esperanza de la comunidad está depositada en que la venida de Cristo pueda resolver todos los problemas. Esta postura en la vida de fe generó toda una serie de inconvenientes porque la esperanza es que esto ocurra dentro de muy poco tiempo. Entonces, si Jesús vuelve pronto para transformar completamente la vida en el mundo en el corto plazo… ¿para qué seguir esforzándose para poder llegar a lograr algo en la vida? Las autoridades pasan a ser pasajeras porque pronto va a ser Cristo mismo quien va a reinar…, sin embargo, Pablo les dice: cuidado, hay que respetar a quienes tienen la tarea de mantener a la comunidad dentro de lo que es justo.
La convivencia se vuelve compleja porque se relajan la moral y las buenas costumbres porque para algunos deja de tener sentido cumplir con las normas establecidas cuando todo esto conocido pronto va a pasar a la historia… Sin embargo, Pablo los llama a vivir en paz.
El fin de estos tiempos que vivimos lleva a que también la gente que pasó su vida haciendo enormes esfuerzos para lograr cierto bienestar en su vida, de pronto todo le resulta en vano…, sin embargo, Pablo los llama a alegrarse y a no perder el ánimo.
La proximidad del fin de los tiempos lleva a que también haya quienes se angustian tanto que dejan de preocuparse por su espiritualidad porque la certeza de la respuesta de Dios es tal que ya no tiene sentido…, sin embargo, Pablo llama a la comunidad a que se mantenga firme en la oración.
En esta situación tan particular no faltan quienes ven todo oscuro sin poder dejar de poner sus ojos en sus logros…, sin embargo, Pablo los llama a aprender a dar gracias por todo lo que han recibido en su vida.
Algo tan profundo y tan incomprensible para muchas personas las lleva a las más distintas reacciones desde no poder pensar en más nada hasta sentir un rechazo total por la sola idea…, sin embargo, Pablo los llama a no cerrarse sino a mantener su mente abierta.
En esta situación escuchar la palabra de Dios y poner negro sobre blanco lo que está pasando, poniendo en evidencia las injusticias del mundo, puede profundizar aún más las reacciones…, sin embargo, Pablo los llama a no rechazar el mensaje profético.
En un momento tan decisivo de la vida de las personas la misma situación las lleva a tomar una posición de forma acelerada sin demasiada reflexión…, sin embargo, Pablo los llama a escuchar todo y tomar lo bueno.
No falta que en un momento en el que se define el destino de la vida en el mundo haya quienes quieran torcer este destino queriendo cambiar el rumbo de sus vidas…, sin embargo, Pablo los llama a no hacer mal a nadie.
En nuestros tiempos quizá nos resulte complejo poder ponernos en el lugar de esta gente en este tiempo, que se tiene que organizar en una circunstancia de urgencia en la cual se está definiendo el destino de su vida. Esta conciencia del fin los mueve a las más variadas reacciones poniendo en peligro la vida de las personas, la vida en comunidad y la vida en el mundo.
Sin embargo, el anuncio profético de cada vez más iglesias y la información proporcionada por cada vez más instituciones científicas y la visibilización de cada vez más organizaciones ambientales nos están ayudando a tomar conciencia de la proximidad de un cambio abrupto en nuestro modo de vida en el corto plazo que -salvando todas las distancias culturales, religiosas y ambientales con la comunidad de los tesalonicenses- debieran poder ayudarnos a entender la profundidad de la preocupación y las tensiones en las que viven estas personas en este tiempo.
En América Latina, el Río Paraná, el segundo río más largo del continente, se encuentra cortado en varios de sus tramos, con su cauce seco. En este momento esto resulta un enorme ecocidio en el que no es posible dimensionar aún las pérdidas de las distintas especies que viven del río, además del serio problema de seguridad presente allí donde el río fue históricamente un límite fronterizo. Los incendios producto del aumento de las temperaturas y el calentamiento del suelo y la imprudencia humana tanto por su falta de responsabilidad con la administración de sus residuos como por la codicia y hasta la pereza de lo más fácil rápido y barato, que es resultado de décadas de una educación económica productiva y competitiva sin capacitación ni controles ni acompañamiento de la población, condujo a prácticas y formas de tratar la naturaleza cada vez más violentas poniendo en peligro la existencia de toda la biodiversidad de la flora y la fauna.
Estos cambios, y sus derivaciones en contaminaciones del aire, la tierra, el mar y la vida en todos estos ecosistemas está volviendo cada vez menos predecibles tanto el clima como su impacto, aún con enormes adelantos tecnológicos. La producción de alimentos se industrializa al punto de perder completamente su nutritividad y los bienes construidos para el bienestar y el lujo no tienen contemplación con el impacto ambiental de su proceso de producción. Mueren millones de especies producto de toda esta crisis ambiental, entre ellas millones de personas al año en todo el mundo.
Las noticias en los medios de comunicación aparecen todas sueltas como si ninguna tuviera nada que ver con nada ni ninguna tuviera nada que ver con la otra. La pandemia colaboró en la concientización de la realidad ambiental en todo el mundo. Sin embargo, están a la vista las distintas reacciones: quienes no les importa en lo más mínimo la situación porque total el mundo ya está como está, no queda más nada que hacer sino terminar de explotar lo que queda hasta que se termine…
Están quienes sufren con un dolor indescriptible, que les atraviesa el alma, tanta destrucción y ver cómo esta destrucción se convierte en una novela o en cuento en los programas de noticias o incluso películas, sin que haya jamás una respuesta concreta para prevenirla…
Están quienes tratan de aprovechar esta situación para poder crear nuevos productos tratando de sacarle provecho a la sensibilidad de la gente y seguir haciendo plata a costa de nuevos daños ecológicos, generando distintos tipos de debates…
Están quienes se ven en la responsabilidad de tener que tomar medidas para poder avanzar en una resolución común de los problemas pero las diferencias de poder entre quienes participan en estas decisiones hace prácticamente inviable cualquier acuerdo común, siempre con un costo altísimo para las mayorías más pobres…
Están quienes a pesar de todo siguen haciendo lo que creen necesario y justo a pesar de todo lo malo que sucede y las tremendas injusticias que se profundizan cada día, y van dejando señales…
Están quienes creen que esto ya está fuera de control y solamente un poder superior y trascendente va a poder transformar toda esta situación porque el ser humano ya ha hecho demasiado daño y es irreversible, mientras ven al mundo seguir su curso…
La vida en el mundo no solamente está en juego sino que está jugada, está en crisis, está en un momento clave en el cual la humanidad debe tomar una decisión.
En este punto, la experiencia de la comunidad de tesalonicenses nos ayuda a ponernos en situación. Desesperarse no sirve de nada. Necesitamos respetar a las autoridades y exigirles cumplir con sus responsabilidades y sus mandatos. Ellas deben velar por el bien común en sus distintos ámbitos de injerencia. Como pasa siempre en las situaciones críticas: quienes tienen más que perder o que ganar son quienes más presionan y más poder ejercen sobre las autoridades. La única manera de poder sostener a las autoridades en el cumplimiento de sus funciones es acompañandolas y fortaleciéndolas obedeciendo las leyes y haciéndolas cumplir, del mismo modo que sancionando todas las leyes nuevas necesarias para proteger el bien común por encima de los intereses particulares. En este aspecto existen distintos organismos internacionales, estados, organizaciones sociales e iglesias que tienen responsabilidades que cumplir. La sociedad, las comunidades, los grupos, tienen también sus responsabilidades.
Mantenernos íntegros sin quebrarnos psicológicamente ante tantas situaciones dramáticas es una necesidad fundamental. En este punto, es notoria la cantidad de personas que durante la pandemia ha recurrido al uso de antidepresivos como a técnicas alternativas para poder controlar su estado de ánimo. La inestabilidad emocional lleva a actuar de forma desesperada y a cometer injusticias aún mayores a las que se viven. En las comunidades de fe apelamos a la oración en comunión fortaleciendo la relación de pertenencia a un mismo grupo, a una misma familia, a un mismo cuerpo, para no sentirnos solos, sabernos parte de un ser que nos trasciende y fortalecernos espiritualmente en una misma comunión con Dios. La tecnología permitió muchas veces reunirnos en oración con diferentes personas para animarnos y enfrentar juntos nuestros miedos y angustias. En medio de toda esta situación no podemos dejar de organizarnos y de pensar juntos cómo salir adelante, en la confianza que también hay aspectos que siempre van a cambiar y van a seguir cambiando y que nada en nuestras vidas es definitivo ni seguro ni para siempre.
El llamado del apóstol Pablo a la comunidad de tesalonicenses es también para nosotros en la actualidad un llamado a la reflexión sobre lo que implica la venida de Cristo al mundo para nosotras y nosotros como comunidades de fe en este mundo, pero sobre todo, en este tiempo en este mundo. La esperanza cristiana del fin de los tiempos lejos de ser una esperanza derrotista: es una esperanza movilizadora que nos convoca a seguir transformando el mundo de la mano con el evangelio en palabras y obras, confrontando esta forma de vida en el mundo con el evangelio y a la historia de cada persona, con la historia de Dios con su pueblo para de esta manera, entre todas y todos, además de poder vivir mejor también ser mejores a través de la palabra y la comunión.
Esta forma de vivir en el mundo se va a terminar, esta es la certeza cristiana más profunda desde siempre. El hecho que las personas de fe puedan lograr estar alegres, abiertas a la reflexión y con ganas de vivir dependerá de cuán profundo sea su vínculo con Dios y con la comunidad a través de la palabra y la oración pero, sobre todo, en el amor. Pensar cada uno solo en sí mismo solo nos lleva a empeorar las cosas. Si bien, cada uno puede hacer una pequeña diferencia, la profundidad del problema ambiental exige de todos mucha paz para poder encontrarnos y de mucha solidaridad para poder trabajar juntos.
Recibamos la palabra de Dios con convicción y alegría y pongámonos a su servicio en este mundo en que vivimos con amor y paz. Que así sea. Amén