Mensaje inspirado en Números 6,22-27
Por Jorge Weishein.
Yo me crié en una familia en la que una mirada bastaba para entender muchas cosas. Si mi padre o mi madre me miraba de una manera o de otra era podía entender un mensaje. De chico me gustaba también jugar a las miradas con mis mascotas o los animales en el campo para ver sus reacciones. La mirada en la comunicación entre las personas es un lenguaje que algunas culturas usan más que otras. En algunas culturas la mirada es algo tan sensible que incluso se utilizan velos porque existen miradas que se comprenden como una práctica sexual. En otras culturas la mirada está tan desestimada que existen tutoriales sobre cómo usar la mirada en las entrevistas, en los eventos sociales, en la intimidad. En estos casos, es posible entender que la mirada es sensible y existen muchas prácticas distintas sobre esta forma de actuar.
La biblia habla mucho sobre el uso de la mirada, tanto en el sentido de prestar atención como de poder comprender de qué se trata. En castellano, cuando queremos decir que la otra persona evalúe que le conviene hacer, le decimos, “vos fijate”. El romanticismo sigue apelando a la mirada como un recurso para la seducción. En algunas profesiones la recomendación de poner la mirada en la persona con quien se trabaja es un indicio de empatía, al darle lugar e importancia a su presencia y su relato al hablar, del mismo modo al expresar solidaridad con esta persona al hablar e intervenir en la situación planteada.
La mirada en lo personal me impacta mucho, soy sensible a la mirada, y también soy observador. En mi trabajo como pastor y como trabajador social la observación es una técnica que es aprendida y desarrollada, es una herramienta fundamental para poder evaluar una situación pastoral o ver cómo se expresa un problema social en la vida de una persona.
En estos días, y en este momento, en particular, estoy muy sensibilizado por el femicidio de tantas mujeres en mi país, Argentina. Aunque es un problema serio en el sur global, en América Latina, es problema social que crece de forma alarmante. Cada vez que tomo conocimiento de un nuevo caso, trato de poder ver, si existe alguna imagen, poder ver a esa mujer, poder conocerla, mirarla a los ojos. En este momento, en particular, me ha impactado fuertemente, la mirada de la mujer asesinada en el día de hoy. Una mirada segura y alegre, convincente. No la conozco, es lo que me transmite su mirada, puedo sentirla.
La mirada suele estar asociada fuertemente en nuestra cultura a la maternidad, a la mirada materna, la química entre la madre y el bebé en brazos. Una versión romántica de la tarea del cuidado asociada a la maternidad que suele volver bastante esclava la vida de una mujer por años. En algunas culturas, esta tarea pesa con enorme responsabilidad sobre las mujeres.
En la biblia, la mirada de Dios tiene muchas de estas cosas. Dios ve con empatía pero también se fija en lo que pasa. Dios ve y entiende perfectamente de qué se trata. Dios pone su mirada sobre una persona y esta no resiste mirarlo a los ojos. Dios observa y evalúa la creación, el comportamiento humano, la realidad social, el ejercicio político, las consecuencias de todo lo que se hace, incluso de sus propios actos. Dios donde pone su mirada lo cambia todo.
Jesús era profundamente observador. No me logro imaginar a Jesús poder contar una parábola sin observar todo lo que pasa en el campo mientras caminaban de un pueblo a otro, en cómo se maneja la gente en sus negocios en el mercado, cómo viven las familias en sus casas, cómo se comportan las autoridades religiosas y políticas en sus gobiernos, los problemas que tienen sus discípulos con sus familias y sus tareas. Jesús no sería quien es sin poder ver de qué se ríe y de qué llora la gente de su tiempo. Uno de esos pasajes emblemáticos sobre su mirada es aquél en donde dice que le duele la panza de ver a la gente a la deriva debido a que las autoridades (“pastores”) no le dan respuestas. Jesús pudo ver la incertidumbre de la gente y la necesidad de una esperanza que les de sentido para vivir.
Esta experiencia de la mirada de Dios sobre el mundo y la vida de la gente, en especial, del pueblo, de la gente más vulnerada, de las personas más sufridas, de quienes eran más perseguidas, es esta mirada de misericordia, de empatía y compromiso con ellas.
La bendición de Aarón tiene como centro bendecir con la mirada de Dios. Esto es poner la vida de la persona al cuidado de Dios. En la fe cristiana judía y cristiana no existe un deseo más profundo y movilizador que este. Estar bajo la mirada de Dios es caminar con certeza porque Dios ilumina el camino. Vivir bajo la mirada de Dios es estar en paz porque sea lo que sea que pueda pasar Dios no va a apartar su mirada de nuestras vidas. La mirada de Dios promete un futuro abierto porque Dios no habrá de descansar hasta que la justicia haga honor a su nombre transformando nuestras vidas y la vida del mundo.
Esta bendición se comienza a usar en Israel cuando el pueblo vuelve del exilio y se reorganiza el culto de Israel. La bendición con los brazos extendidos a la altura de los hombros y las manos abiertas muestran aceptación de parte de Dios a todo el pueblo. Entre ese pueblo estaban las mismas autoridades en los primeros lugares. Esa apertura de Dios para ellas tiene una enorme carga ética y habilita el control social del pueblo, quien va a juzgar a estas autoridades a los ojos de Dios. Esas manos abiertas expresan la misericordia de Dios, dador y sostén de la vida de todos por igual, sin excepciones, de varones ni mujeres, judíos o extranjeros, libres o esclavos, plantas o animales, ríos o montañas. El cuidado de Dios alcanza a toda la creación.
Esta bendición es un acto de gracia infinita de Dios para toda criatura. Esta comprensión va a llevar a Martín Lutero a incorporar a esta bendición en la liturgia del culto dominical de la iglesia de la reforma, de manera que la comunidad sea confortada y convocada a la mirada de Dios para alcanzar la paz.
La mirada de Dios no es neutral, todos saben perfectamente que su mirada se inclina especialmente por las personas que son vulneradas y explotadas, y su mirada puesta en esas situaciones son un mensaje para quienes tienen la responsabilidad de generar las condiciones sociales para que haya igualdad para todas las personas por igual en el pueblo. La mirada de Dios habilita traer a su presencia y hacer pública cada situación de injusticia que vivimos día a día, ponerla en evidencia delante de Dios, evaluarla en comunidad a la luz de la palabra y anunciar la justicia y la paz tomando las medidas y haciendo la diaconía necesaria para la gloria de Dios, para que el mundo crea, para que la vida de cada persona sea un testimonio de la gracia de Dios para el mundo.
Dios los tenga a la vista y los cuide. Dios llene de luz sus vidas y vivan en su misericordia. Dios los tenga en cuenta en cada momento de sus vidas y vivan en paz. Amén
Pastor Jorge Weishein
Fundación Protestante Hora de Obrar / IERP